Durante la aproximación al Aeropuerto Internacional Gimhae de Corea del Sur, un Boeing 767 se estrella contra una ladera a varios kilómetros de la pista de aterrizaje. Mientras el país llora su peor desastre aéreo, los investigadores tienen que lidiar con evidencias desconcertantes: el capitán superviviente del vuelo 129 de Air China afirma que todo a bordo era normal, pero los controladores de tráfico aéreo dan fe de que las comunicaciones por radio con la tripulación no eran nada normales.