El Conde transporta el castillo a Manhattan, donde el estilo transilvano se vuelve de moda con rapidez. Al ver una oportunidad de hacer dinero, Pátula se deshace de la mayoría del contenido del castillo, incluyendo a Igor.
Pátula y la Nana usan el dinero para pasarla bien en la ciudad. Desafortunadamente, deberán quedarse allí, ya que una de las cosas que vendieron fue el reloj que controla el mecanismo de transporte del castillo.