El señor Lebleu, el marido de la primera víctima, es encontrado ahogado en una fosa de purin. Por otro lado, el veterinario forense le advierte al comandante Van der Weyden que las vacas sufrían la enfermedad de las vacas locas. El asesino está al acecho, los periodistas hacen acto de presencia y Petit Quinquin resuelve parte del misterio.