Allí donde las parejas normalmente enamoradas, en los innumerables aparcamientos románticos de la carretera de montaña, este domingo, los ojos muertos de Simon Koller están mirando a través del parabrisas de su jaguar al glorioso panorama de Viena. Angelika no está tan mal como para no tener que ir a almorzar con su ex-suegra. Y por eso, por desgracia para Franitschek, busca el coche del banquero muerto con especial atención.