La princesa del palacio conduce a Miroku al lugar donde habían enterrado la cabeza del ogro, pero como tarda mucho, Sango va a ver qué ocurre: el ogro había adoptado la forma de la princesa y ataca a Miroku, quien no se puede mover. En ese lugar yacen los cadáveres de los monjes y las sacerdotisas que fueron a eliminar al monstruo; éste se quedó con sus poderes y los concentró en el cuerpo de la princesa.