Para evitar la cárcel, Elisa Bergman no tiene otra opción que trabajar para la DPJ, ¡pero está decidida a hacer todo lo posible para salir de esta situación! Para ello, recurre a un antiguo miembro del equipo, que hace su gran regreso... Su ayuda no será demasiado, ya que la 3ª DPJ debe investigar un asesinato particularmente atroz: una joven fue asfixiada después de que se le grapara la boca. Elisa se pregunta sobre el simbolismo fuerte de este gesto: ¿la víctima poseía una verdad que se quería impedir que revelara? Siguiendo esta pista, Elisa y Rocher van a desenterrar un caso antiguo en el que la justicia ha sido burlada y un hombre monstruoso ha sido dejado en libertad