El colombófilo Eduard Ettrich vuela en pedazos en una explosión en su casa. Pronto quedó claro que Ettrich había sido víctima de un ataque con bomba y que la bomba le había sido enviada a través de una paloma mensajera. Wischinger, amigo de Ettrich, da una primera pista. Él cuenta que Ettrich y casi todos los miembros del club de criadores de palomas fueron asaltados no hace mucho tiempo. El ladrón o ladrones perseguían a los polluelos, que, sin embargo, regresaron ilesos a sus dueños varios días después.