Adam escapa in extremis de un segundo intento de asesinato. Antes que sus colegas, va a la casa del agresor caído. Este último parecía convencido de que Adam era el asesino buscado. Frente a las pistas que apuntan a él, Adam roba una importante evidencia. Se acerca a Lucía, su prisionera, y trata de entender: si él es el asesino, ¿cómo eligió a sus víctimas? A medida que avanzaba en su investigación, se molestaba por los hechos: las pruebas y los informes fueron falsificados o destruidos como si alguien estuviera tratando de borrar sus huellas. Pistas que también despiertan las sospechas de Rosen. Convencido de que él es el asesino, Adam sabe que pronto será arrestado y prepara su confesión...