En ruta de Moscú a Perm, Rusia, el vuelo 821 de Aeroflot Nord está en su aproximación final cuando el avión cae en picado y se estrella contra el ferrocarril transiberiano. Todo lo que queda del Boeing 737 son restos carbonizados. Se confirma la muerte de las 88 personas a bordo. Al principio, los investigadores sospechan de un conocido fallo de diseño del timón del avión. Pero a medida que profundizan, hacen una serie de descubrimientos impactantes que darán lugar a la petición de una transformación del sistema de navegación aérea del país.