Jill tiene trece años y aún ama las cosas de las que sus compañeros han crecido, como los unicornios y los cuentos de hadas. Una noche desea que ella pueda estar en un mundo de cuento de hadas para siempre. Después de que se le otorgue su deseo, descubre que vivir en un cuento de hadas no es tan feliz como una vez lo había imaginado.