Ante el temor de que Beto esté sucumbiendo a las malas influencias, Héctor lo hace unirse a un grupo de la iglesia. Beto descubre que el grupo consiste en punks que incluyen a su pastor tatuado, y que adoran a Dios a través del skate y el rock. Héctor aprueba el interés de Beto en la religión, pero desaprueba la forma en que el grupo trata al cristianismo como una moda pasajera.