A pesar de que el inspector Crome le advirtió sobre el caso, Poirot continúa realizando su propia investigación sobre el asesino de ABC. Recibe otra carta que promete un asesinato en Churston y declara que la víctima potencial debe ser alguien de su pasado. Cuando el interés nacional en los crímenes comienza a explotar, el público se vuelve contra el detective belga, cuestionando su integridad.