Uno de los más graciosos pero no menos atrapantes episodios, sobre un agente inmobiliario (notable Denhom Elliott) que vive una pesadilla interminable, mientras trata de separarse de su esposa para estar junto a su secretaria y a la vez vender una mansión cuya dueña supuestamente ha fallecido. Pero cada vez que se dirige a la misma ocurren cosas de lo más atemorizantes. Haber establecido una muy delgada línea entre la realidad y lo onírico es el mayor acierto de este episodio, que hasta intenta confundir al propio espectador, con intérpretes cuyos personajes e indumentarias cambian permanentemente.